Boniatos y ñames gigantes en Tonga

Tonga “El kumara (boniato) no nos dice lo dulce que es”, dice un viejo refrán maorí.

Para Funaki Vehekite, de 53 años, el boniato es lo más dulce del mundo, ya que le permite mantener a su familia y escolarizar a sus cinco hijos. En la granja de Tongatapu, la isla más grande de Tonga, él cultiva alimentos como: el kape, la malanga, el ñame, la mandioca, el aje y el calabacín.

Funaki es el secretario de una cooperativa agrícola denominada Grupo San Antonio de Padua, que forma parte del programa de medios de sustento sostenibles de Caritas Tonga.

Con financiación de Aotearoa-Nueva Zelanda, el programe tiene como objetivo estimular los ingresos de más de 400 familias de Tongatapu y Vava’u, facilitándoles pequeños préstamos que los agricultores pueden utilizar para crear microempresas.

Los miembros de la comunidad están capacitados en la administración de negocios, desarrollo de la producción y marketing, con el fin de que puedan llegar a ser independientes con los ingresos que obtengan.

“El Programa de medios de sustento sostenibles de Caritas Tonga es una manera de ayudar a las familias empobrecidas de Tonga. Nosotros ayudamos a agricultores pobres, que no se pueden permitir un aval para sus préstamos y que sin el mismo no podrían conseguir apoyo financiero de ningún banco, ni institución privada”, nos dice la Hna. Senolita Vakata, directora de Caritas Tonga.

Funaki produce principalmente alimentos para su familia, sin embargo, también consigue llevar algo al mercado, con el fin de poder pagar la matrícula escolar de sus hijos.

“La agricultura puede dar grandes resultados, si se hace correctamente, pero para mí, también es importante que mis hijos trabajen conmigo y empiece a acostumbrarse a la agricultura, de manera que puedan seguir trabajando en la finca, cuando yo ya no esté aquí”,  dice Funaki.

Caritas Tonga financia el grupo agrícola de Funaki, prestándoles el capital inicial con intereses competitivos del 3% (los intereses estándares pueden llegar a ser de hasta el 25 %). El capital inicial se utiliza para cubrir los costes de descombro y arado de la tierra, en preparación de la siembra. Generalmente, este trabajo resulta muy caro, ya que los agricultores no tienen arados ni tractores, y tienen que alquilarlos

Funaki es consciente del riesgo de que se registren condiciones meteorológicas extremas, a causa el cambio climático y ha adaptado sus métodos agrícolas a esa eventualidad: “Yo cultivo un tipo especial de ñame, denominado ‘Ufi Lose’, que puede resistir a los ciclones”.

Funaki y su grupo cosecharon más de 3000 ñames gigantes el pasado mes de diciembre. Vendieron muchos de ellos, pero los demás se los quedaron para la propia comunidad, en especial para los más vulnerables, como ancianos y  discapacitados.

 

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