No más “millones” de personas hambrientas: Campaña de alimentación de Caritas

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¿Podemos verdaderamente acabar con el hambre generalizada en la próxima década? Martina Liebsch, directora de incidencia política de Caritas Internationalis, describe la campaña “Alimentos para todos” y lo que esta significa.

¿Puede hablarnos de las metas de la campaña “Alimentos para todos”?

Las últimas estadísticas dicen que hay más de 800 millones de personas que se van a  la cama hambrientas todos los días. Creemos que es un escándalo que tantas personas pasen hambre mientras que otras tienen tanto para comer. Tenemos los medios para cambiar esto. La meta es erradicar el hambre para 2025.

Esto parece difícil, incluso utópico.

Si quieres llegar lejos tienes que tener una visión ambiciosa. Puede que todavía siga habiendo un bajo porcentaje de personas que pasen hambre pero, en términos de hambre generalizada, no queremos ver la palabra “millones” empleada con personas hambrientas.

¿Cómo puede involucrarse la gente?

Se trata de cambiar tu mentalidad, tu forma de pensar en la comida. ¿Qué significa la comida para ti? ¿Cuánto comes? ¿Cuánto piensas en quién produce esos alimentos? ¿Dónde los compras? ¿Cuáles son tus responsabilidades?

Siempre recuerdo que mi abuela me decía cuando yo era pequeña: “no debes tirar la comida”. Por entonces yo decía: “en realidad no cambia las vidas de otras personas el que yo tire comida”. Sin embargo, ahora soy mayor y creo que hay una llamada moral en todos nosotros que nos dice que seamos más conscientes de los alimentos, de dónde proceden y quién trabaja para ello. Tenemos que honrar y respetar el producto, como respetamos el trabajo de otras personas.

¿Qué puede hacer la gente a nivel local?

En una parroquia se podrían llevar a cabo conversaciones, aumentar la sensibilidad sobre este tema, sobre el problema de que haya gente que pasa hambre. Se pueden hacer proyectos, esperando poder involucrar a los jóvenes, para buscar a los hambrientos: ¿hay personas que pasan hambre en lugar en el que vives? ¿Qué puedes hacer al respecto?

Y no es simplemente dar alimentos, es preguntar por qué. ¿Por qué esta persona pasa hambre? ¿Qué podemos hacer con respecto a las causas profundas del hambre?

También se trata de volver a conectar con las cuestiones alimentarias. Hoy en día, como se crían en ciudades, muchos niños no tienen ni idea de cómo se cultivan los alimentos. Creen que vienen de alguna fábrica en alguna parte.

Cuando existen huertos comunitarios o huertos escolares, la gente aprende a cultivar alimentos y aprende a ver el trabajo que está conectado con esto. La educación es crucial. Sería estupendo que los niños recibieran educación sobre temas alimentarios y que las universidades lo consideraran una cuestión importante.

¿Cuáles son algunas de las formas en las que Caritas y otras organizaciones están combatiendo el hambre en los países pobres?

Un ejemplo de ello es cuando Kenia se vio afectada por una grave sequía. Caritas realizó un proyecto para distribuir semillas a las personas, y también  otros proyectos para retener el agua. Formaron a la gente para que pudieran hacer frente a la situación, en algunos casos volviendo a los conocimientos tradicionales.

He hablado con un padre franciscano que me ha dicho que han empezado a plantar un tipo de árbol en Senegal que necesita poca agua pero cuyos frutos son muy nutritivos y saludables. Es una especie de cerezo. Se trata de estas iniciativas, de saber que tú puedes hacer algo.

Caritas también hace incidencia política. ¿Cómo hace esto avanzar la campaña?

Existe algo llamado “derecho a la alimentación”. Esto viene del Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas, adoptado en 1966 y en el que se declara que toda persona tiene derecho a estar libre del hambre. Muchos países se han unido a estas declaraciones, por lo que es su responsabilidad garantizar esto.

¿Y si hay alguien crítico con las Naciones Unidas que dice “¿por qué deberíamos seguirlos?”?

Aunque no te gusten las Naciones Unidas, todos podemos entender que tener alimentos es una cuestión fundamental. Si vienes de un entorno religioso, esto está muy en sintonía con todas las historias bíblicas. Se trata de compartir los alimentos. Para la campaña hemos escogido las historia de la multiplicación de los panes, Juan 6: 1-13. Jesús dijo a los apóstoles que buscaran alimentos y los repartieran entre una multitud de 5.000 personas. Había 5.000 hombres, las mujeres no estaban contadas así que debieron ser más. Pudieron repartir los alimentos, pudieron alimentar a todos. Todos estaban satisfechos. Incluso hubo sobras. Una de las frases que me más me gusta es la que dice que no se desperdició nada.

La campaña de Caritas “Alimentos para todos” también hace referencia las directrices de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). ¿Puede contarnos para qué están concebidas estas directrices?

Las directrices son una hoja de ruta para acabar con el hambre. Están concebidas para ayudar a los países a lograr el derecho a la alimentación, para que la gente pueda tener acceso a alimentos saludables y nutritivos. Hay 19 directrices en total, por ejemplo: directrices sobre la alimentación, el agua, las personas vulnerables. Han sido adoptadas por un significativo número de países.

En algunos países, como Kenia y Mozambique, el derecho a la alimentación está incluido en sus legislaciones; Kenia lo tiene incluso en su constitución.

¿Significa esto que en Kenia nadie pasa hambre?

No, claro que no, pero significa que es algo a lo que un país se ha comprometido y las personas pueden pedir rendición de cuentas a su gobierno.

Las directrices dicen que si en serio quieres acabar con el hambre y quieres llegar a conseguirlo, tienes que tratar con el comercio, con la tierra, con el agua. Una vez conocí a una mujer de una organización de mujeres en Mali que me dijo: “¿puedes hacer algo por las viudas de Mali? Aquí las viudas no tienen derechos”. No tienen derecho a tierras. Si no tienen marido, si sus maridos tenías tierras, no están autorizadas a heredarlas. Están a merced de las familias de sus maridos.

Si no tienes al menos una pequeña parcela de tierra en la que poder cultivar tus propios alimentos, sobrevivir podría ser difícil. En algunas partes del mundo, esta es la diferencia entre vida y muerte.

 

Entrevista de Laura Sheahen

 

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