Mesa compartida: reflexion pastoral sobre el hambre

Nuestro compromiso con la dignidad de toda persona requiere especial preocupación por quienes son pobres y vulnerables, cuyas necesidades son las más grandes, y cuya vida y dignidad se ven a menudo amenazadas por el hambre, la pobreza y el sufrimiento. Para que vivamos una vida que valga su dignidad dada por Dios, la Doctrina Social de la Iglesia señala el derecho y el deber de trabajar, el derecho a la iniciativa económica, los derechos de las y los trabajadores a condiciones laborales seguras, salarios y beneficios decentes, y el derecho a organizar y afiliarse a asociaciones que aseguren estos derechos.

Ser discípulos que saben compartir la mesa de la vida, mesa de todos los hijos e hijas del Padre, mesa abierta, incluyente, en la que no falte nadie. (Documento de Aparecida. Mensaje final) 

Deseamos reconocer y aplaudir a tantas familias que trabajan la tierra para ellas, la agricultura no es sólo una manera de ganarse el sustento; es una forma de vida. No es sólo un empleo; es una vocación y una expresión de fe.

Acciones desde la fe:

Superar el hambre y la pobreza. La presencia de tanta hambre y pobreza en nuestros pueblos es un grave escándalo moral. Las metas principales de las políticas agrícolas deben ser proporcionar alimento a todas las personas y reducir la pobreza entre los hombres y mujeres que trabajan la tierra. Una medida clave de todo programa e iniciativa legislativa agrícola es si ayuda a las y los agricultores más vulnerables y sus familias, y si contribuye a un sistema alimentario global que provea nutrición básica para todos y todas.
France bread small
Proveer un abastecimiento alimentario seguro, asequible y sostenible. Los sistemas agrícolas de nuestras comunidades no han tenido éxito en abastecer de alimentos suficientes, seguros y asequibles a sus consumidores. El cuidado de la tierra y los recursos acuíferos debe despertar especial atención dentro de las prácticas agrícolas de nuestros pueblos. Además, un buen uso de métodos ambientalmente sostenibles de modo que la tierra para cultivar pueda abastecer de alimentos a nuestras comunidades. Nos preocupa que como sociedad sigamos perdiendo tierra agrícola productiva para dar paso a la urbanización a medida que las comunidades y el transporte se extienden.

Asegurar una vida decente a agricultores y trabajadores y trabajadoras agrícolas. Los alimentos pueden seguir siendo seguros y asequibles sin sacrificar el ingreso, la salud o la vida de agricultores y trabajadores y trabajadoras agrícolas. La DSI insiste en que todos las y los trabajadores merecen salarios y beneficios suficientes para mantener una familia y vivir una vida decente. Las y los agricultores deben poder mantenerse a sí mismos y sus familias mediante su trabajo y cubrir necesidades importantes como la atención en salud y la jubilación. Las políticas agrícolas deben tomar en consideración los riesgos asociados con la agricultura que están más allá del control del agricultor, tales como el tiempo y cambios en los mercados globales. Las políticas comerciales deben reflejar mejor el derecho a la oportunidad económica de todos las y los agricultores dondequiera que vivan. Las políticas agrícolas deben ayudar a garantizar la seguridad de los ingresos básicos y brindar oportunidades de iniciativa económica a los agricultores de nuestra América Latina y el Caribe, con especial atención en las y los pequeños productores.

De igual modo, las políticas públicas deben abordar las necesidades de los trabajadores agrícolas. Una medida clave de las políticas agrícolas, migratorias y laborales es si reflejan el respeto fundamental por la dignidad, derechos y seguridad de los y las trabajadores agrícolas, y si ayudan a las y los trabajadores agrícolas a proveerse de una vida decente para sí y sus familias.

Sostener y fortalecer las comunidades rurales. Estas son la columna vertebral de la vida social y económica de nuestros pueblos. A medida que las poblaciones rurales declinan y las economías rurales sufren, las estructuras básicas de la vida rural se ponen en riesgo. Las políticas públicas deben alentar una amplia variedad de estrategias de desarrollo económico en las zonas rurales. Deben seguir promoviendo y apoyando la agricultura, especialmente a la pequeña y pequeño productor, como una estrategia para el desarrollo rural.

Proteger la creación de Dios. El cuidado de la creación de Dios es una llamada esencial a los y las creyentes. Las políticas agrícolas y alimentarias deben recompensar prácticas que protejan la vida humana, alienten la conservación del suelo, mejoren la calidad del agua, protejan la vida silvestre y mantengan la diversidad del ecosistema. Una medida esencial de las políticas agrícolas y alimentarias es si protegen el medio ambiente y su diversidad y si promueven prácticas agrícolas sostenibles.

Expandir la participación. Para conseguir un sistema agrícola coherente con estos criterios, debe alentarse una amplia participación y diálogo en el desarrollo de las políticas agrícolas. Se desarrollarán políticas verdaderamente eficaces cuando las personas más afectadas tengan adecuada información, tiempo y oportunidades para hacer contribuciones reales a la legislación, reglamentos, programas y acuerdos comerciales.

Como hijos e hijas de la fe compartimos una preocupación fundamental por la vida y dignidad humana y un compromiso básico con el bien común. … “Ser discípulos que saben compartir la mesa de la vida, mesa de todos los hijos e hijas del Padre, mesa abierta, incluyente, en la que no falte nadie.” (Documento de Aparecida. Mensaje final)

Padre Luis Carlos Aguilar Badilla
Caritas Diocesana de Puntarenas/Costa Rica
Miembro del grupo de trabajo sobre la Campaña Mundial contra la Pobreza

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