“Aquí el hambre se ha terminado”: La campaña de Caritas en acción

“Cuando tenía unos 12 años, sólo comíamos una vez al día”, dice Tulsi Ram, un joven que vive en una aldea en el centro de India. “Sentía que me la cabeza me daba vueltas y estaba débil por el hambre”.

“Había veces que pasaba hambre por dos tres días. Se me quemaba el estómago”, dice Suresh, un hombre de 35 años con doble amputación y padre de dos hijos. Después de que perdió sus piernas “no haba forma de ganarse el pan”, dijo.

Tulsi Ram padeció hambre cuando era pequeño, después de la muerte de su padre. Foto de Laura Sheahen/Caritas

 

“En Kerala, si uno no tiene suficiente comida, no deja que los demás se enteren”. Mani Kavilpara, un agricultor en el suroccidente de India, tiene vecinos que llegaron al punto de desesperación luego haber perdido sus cosechas. “Uno se viste y sonríe, aunque tenga hambre”.

Todas las sonrisas del mundo no pueden mantener en secreto que el hambre es un problema serio en India. El país tiene algunas de las tasas de desnutrición en niños más altas de Asia, y millones de adultos también la padecen.

Muchas familias en India cultivan las tierras de otros y únicamente reciben una pequeña parte de la cosecha o los beneficios. Aún si tienen su propia tierra, los agricultores rara vez ganan dinero – o incluso producen lo suficiente para alimentarse a sí mismos. Al igual que en otras partes del mundo, la vida para los agricultores es una lucha constante contra los elementos. Plagas, sequía, inundaciones y otros desastres pueden acabar con la única esperanza de alimentos para la familia.

Kanihya Lal y su esposa Siyarani lograron comprar una pequeña parcela de tierra hace varios años. Era barata porque era muy rocosa, pasaron años tratando de limpiar la tierra. “Cuanto estábamos sacando las piedras, había días que no teníamos nada qué comer”, dice Siyarani. “Les dábamos a los niños una comida al día y nosotros no comíamos nada”.

Kanihya Lal y su esposa, Sirayani, pasaron años preparando su pequeña granja. Caritas les enseñó acerca de ciertas técnicas de agricultura ecológica. Foto de Laura Sheahen/Caritas

 

Cuando la alternativa es el hambre, algunos campesinos que no tienen tierras propias emigran en busca de trabajo. En una aldea cerca de Bhopal en el centro de India, “No fue severo – nadie murió”, dice Nana Bai. “Pero la gente tenía hambre”. Gamta Bai recuerda una estación en que “no hubo cosecha. No teníamos nada qué comer. Tuvimos que emigrar en busca de trabajo y no teníamos donde vivir”, dice. “Dormíamos en el campo en viejos sacos de pienso. Las hormigas lo picaban a uno y se le metían en los oídos”.

Caritas India está ayudando a los agricultores a cultivar más alimentos, incluso cuando las condiciones son difíciles. Caritas distribuye semillas, les enseña a los agricultores cómo fabricar repelentes de plagas baratos y seguros, y se asegura de que no estén agotando su suelo. “Hay algo llamado DAP- fosfato diamónico, un fertilizante”, dice Mritunjay Pandey, ex-coordinador de la aldea para el programa de Caritas India. “Lo estaban utilizando incorrectamente. Si hacen pruebas del suelo, quizás descubran que lo estaban utilizando en exceso”.

Caritas alienta a los agricultores a utilizar métodos ecológicos que protegerán el medioambiente para que su tierra sea fértil por muchos años. Dichos métodos también les ahorran dinero a los agricultores. “Antes, yo utilizaba DAP y urea. ME gastaba 4000 rupias al año”, dice Damodar Kurmi, un agricultor cuyas hectáreas de campos de trigo se fertilizan ahora con orina de vaca utilizando un pozo y una bomba que ha instalado para ese propósito. “Ahora no me gasto ni una rupia”.

“Hace dos años Caritas me regaló 5 kilogramos de semillas”, dice, viendo sus verdes prados. “Y están dando un buen rendimiento. Empecé a tener mis propias semillas. Ya no compro semillas”.

Con el tiempo, más agricultores van a Caritas para intercambiar consejos y aprender sobre métodos prácticos. “Lo mejor es que la gente ha empezado a llamarnos”, dice Pandey.

En las aldeas cerca de Sagar en el estado indio de Madhya Pradesh, las familias aprenden cómo cultivar más alimentos gracias a SAFBIN, un programa de agricultura de adaptación de Caritas Austria. Foto de Laura Sheahen/Caritas

 

Caritas también trabaja con el gobierno local, como trabajadores de la salud de la aldea y centros de nutrición, para asegurar que los niños no pasen hambre. “Encontramos a cuatro niños desnutridos”, dice Pandey. “Exhortamos a los padres a que los llevaran al hospital”.

“Aquí hay unos 12 niños desnutridos. Son delgados. Sus estómagos se ponen grandes”, dice Saima, coordinadora de Caritas. “Si descubrimos que un niño está desnutridos, vamos al aganwadi [trabajador de la salud de la aldea]. Luego se les remite a un centro nutricional, en donde reciben alimentos durante 15 días”.

Caritas dirige grupos de autoayuda para mujeres en donde se les enseña acerca de problemas básicos de salud y se les alienta a buscar ayuda. “Antes no teníamos mucha comida”, dice Sima Bai. Pronto el peso de su bebé estuvo por debajo de lo normal. Un grupo de Caritas le enseñó que ella necesitaba comer suficiente para amamantarlos adecuadamente. “Yo no sabía que tenía que centrarme en mi propia alimentación”, dice. Un programa de medios de sustento de Caritas también le ayudó a su familia a ganar más; ahora, madre e hijo están mejor.

Los programas de agricultura, medios de sustento y nutrición de Caritas están derrotando al hambre en comunidades en toda India. Vigorizada por la campaña mundial “Alimentos para todos”, Caritas India ha ayudado a miles de personas a irse a la cama con comida en el estómago.

En las aldeas a las afueras de Bhopal en el estado indio de Madhya Pradesh, el programa Jeevika de Caritas utiliza títeres para enseñarles a las comunidades acerca de medios de sustento. Pone a familias empobrecidas en contacto con programas del gobierno y las ayuda a ganarse la vida. Foto de Laura Sheahen/Caritas

 

Siyarani, que recuerda los años de limpiar las piedras de su parcela, trabaja con su esposo para utilizar los métodos de cultivo que él aprendió en las capacitaciones de Caritas. “Hoy comemos con gusto”, dice. “Comemos tres comidas al día”

Una diócesis local le dio a Suresh, el amputado, algunos pollos y movilizó a sus vecinos adolescentes para construir un gallinero. Ahora, él vende huevos y cultiva otros alimentos en su diminuta parcela de tierra.

Tulsi Ram, el hombre que recuerda el hambre mareante de su juventud, tiene ahora 25 años. Caritas inició un banco de semillas y un grupo encabezado por agricultores para probar qué cultivos se dan mejor en su aldea. Su madre cultiva tantas papas que tiene que vender muchas de ellas. “Ahora podemos comer al menos dos veces al día y hay más variedad”, dice. “Todos los días tenemos diferentes verduras”.

Gamta Bai, que emigró y durmió en el campo en viejos sacos de pienso, dice: “No tendremos que volver a hacer eso”. Viendo alrededor de su aldea con satisfacción, resume: “Aquí el hambre se ha terminado”.

 

Por Laura Sheahen, Funcionaria de Comunicaciones

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